Encontrando a Dios en el silencio
Cuando era joven y, por esas cosas de la vida, me dejaban sola en casa, me encantaba sentarme en la casa silenciosa y prestar atención a los sonidos que escuchaba. Era extraño para mí que, incluso sin mis hermanas jugando o la televisión de mi bisabuela retumbando, la casa no estaba en silencio. Podía escuchar el zumbido del refrigerador y el sonido de los coches en la calle principal, poco más allá de la nuestra — hasta los crujidos de la casa.
- Published in Noticias/Opinión